Se
acabó estar indignado, estoy furioso.
Furioso
de ver cómo nos toman el pelo los políticos de todos los colores, furioso de
comprobar cómo la corrupción está
implantada en nuestra sociedad y no hacemos nada, furioso de ver como la
pobreza va ganando terreno en nuestro país, furioso de ver incompetentes gobernándonos,
furioso de que la gente capacitada se tenga que irse de nuestro país para
ganarse la vida dignamente, furioso de comprobar que solo salimos a la calle
para celebrar victorias deportivas, furioso por no poder hacer nada sin que el
sistema me engulla en el mismo momento que toque un poco las pelotas.
Estoy
furioso de que no se unan todos los colectivos indignados y actúen a la vez, de
que no se realice una macromanifestación que de miedo, si si, miedo a los políticos
y todos los que manejan los hilos que han hecho que estemos donde estamos. Que
suden, que lloren, que tengan miedo de salir de casa por engañarnos.
Las
reglas del juego, la famosa Constitución, no la hicimos el pueblo, la hizo esos
grupos políticos en los que confiábamos, y estamos comprobando que es una
chapuza. Una chapuza que únicamente protege a la casta política y los grupos de
poder.
Quiero
cambiar las cosas, solo no puedo, legalmente no puedo, el sistema está
protegido, solo me queda la desobediencia.
Estoy
furioso.